Si te preguntan ¿Qué es lo que más deseas que logre tu hijo en su vida? Seguramente responderás entre algunas cosas… que sea feliz. Hoy en día la felicidad se estudia como materia en una de las más prestigiadas universidades del mundo y sus maestros sostienen que la alegría se puede aprender del modo en el que se instruye para esquiar o jugar al golf: con técnica y práctica. Y los padres podemos ser maestros de felicidad.

Ese estado de gozo que perseguimos de adultos está unido a la infancia. A la propia y a la que nos toca acompañar ahora que somos padres. Basta notar el asombro que causa a tu bebé cada nuevo estímulo, sus sonrisas ante algo que le brinda placer y su natural estado de bienestar ante cada logro completado o habilidad adquirida.

Expertos en niños felices.

Neva Milicic, doctora en psicología, con su profundo conocimiento del niño en edad preescolar (de 0 a 6 años) asegura que la pieza fundamental para que los niños crezcan felices y sanos emocionalmente está en el amor de sus padres y que ese amor se exprese a través de una relación positiva con ellos. ¿Suena sencillo, no?

El reto como adultos que educamos a nuestros hijos es lograr primero nuestro propio equilibrio emocional que nos permita ser lo suficientemente pacientes, amorosos y asertivos ante las diversas situaciones que se nos presentan durante la crianza.

Una de las recomendaciones más básicas está en centrarse en las necesidades afectivas del niño o niña (evitar confundirse con lo que el niño quiere). Nuestra tarea cómo padres es descubrir el mundo interno de nuestro hijo, su esencia y personalidad, a través de escucharle, observarle y acompañarle durante las etapas de su desarrollo y crecimiento. Ternura, cercanía, atención y amor son esenciales para que un niño crezca con seguridad, confianza y alegría.

Padres maestros de felicidad.

A los padres nos preocupa que nuestros hijos crezcan y sean inteligentes, responsables, buenos, pero no debemos olvidarnos que también aprendan a ser felices y ayuden a ser felices a otros. Así, nosotros servimos de modelo a ellos para que aprendan enfocarse en las cosas positivas de la vida, sin importar la edad que tengan.

Podemos estimular el aprendizaje de ser felices en nuestros hijos a través de acciones concretas como:

  • Decirle lo bueno que vemos en él o ella.
  • Hacerlo sentir protegido, querido y valorado al permitirle explorar su mundo, con límites claros y seguros.
  • Jugar con ella o él, así le ofrecerás la sensación de felicidad compartida.
  • Bailar y cantar juntos.
  • Leerle cuentos y disfrutar libros con imágenes.
  • Pasear al aire libre.
  • Platicarle y escucharle cuando platica (aun cuando solo balbucee).
  • Crear ambientes donde se pueda relacionar con otros niños, familiares o amigos.
  • Brindarle un clima de paz y tranquilidad en casa.
  • Validar sus sentimientos, permitirle sentirse triste o enojado y mostrarle la forma de salir de ese estado para volver a la alegría.
La Universidad de la Felicidad.

Durante esos años en los que somos maestros y guías de nuestros hijos, como adultos podemos continuar nuestro aprendizaje para ser felices, como quien cursa un diplomado o una actualización en su carrera.

Según el doctor Tal Ben Shahar, experto en Psicología positiva o Ciencias de la Felicidad en Harvard, “no tienes que ser perfecto para llevar una vida más rica y más feliz”. Explica que es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos hace serlo menos.

Para sentirse contento y afortunado el catedrático de la felicidad sugiere estos seis consejos:

  1. Perdona tus fracasos. La depresión, ansiedad o baja autoestima vienen de no perdonar nuestros errores y debilidades. Aceptar nuestras emociones negativas como parte de la vida nos ayuda a abrirnos a lo positivo y disfrutar de la alegría.
  2. Agradece las cosas buenas. Así de simple. Aprecia los regalos pequeños y grandes.
  3. Haz deporte. Caminar simplemente hará que liberes las endorfinas que tu cerebro produce para sentirte muy bien.
  4. Simplifica. Identifica tus prioridades, en el trabajo y en tu familia y concéntrate en ello. Ofrece tu completa atención mientras estés ahí (desconectarse del Smartphone al llegar a casa, por ejemplo).
  5. Medita. Crear este hábito te ayudará a mantenerte conectado a estados de paz y aliviar el estrés de la vida cotidiana.
  6. Practica la resiliencia. Tan de moda, este concepto se refiere a la capacidad de superarse a sí mismo, a pesar de las adversidades de la vida. A resignificar las cosas negativas, recuperarnos de situaciones difíciles y salir fortalecidos, enfocados hacia lo positivo.
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