A la oxitocina se le conoce como "la hormona del amor". Está presente, principalmente, en todas las facetas de nuestra vida sexual (orgasmo, parto, lactancia).

Actualmente es motivo de investigación entre quienes estudian el comportamiento humano. Por ejemplo, el neuroeconomista Paul Zak cree que la oxitocina, a la que denomina la "molécula moral", es la responsable de la confianza, la empatía y otros sentimientos que ayudan a construir una sociedad estable. Al parecer, bajo la influencia de esta hormona somos más generosos, altruistas y pensamos en el otro.

Tal vez te parezca familiar esta hormona, porque la escuchamos nombrar las madres al final del embarazo, cuando se administra, en algunas ocasiones, para acelerar el parto; aunque tiene muchas otras funciones y es el propio cuerpo de mamá que la produce en circunstancias muy específicas.

Fábricas de oxitocina.

Cuando estamos en un estado de calma y contacto, estamos bajo la influencia de la oxitocina. Y el estrés inhibe la producción de esta hormona, así que hay que conocerla mejor para estar bien.

Relajarte después de una rica comida en familia o con tu pareja, tenderte en un sillón a disfrutar el calor del sol, recibir un masaje, meditar, darte un baño de agua caliente, son momentos que te llevan a establecer un contacto profundo que por sí sólo te tranquiliza y desencadena así la liberación en el cerebro de la oxitocina.

Aunque se descubre su acción durante el embarazo, parto y la lactancia, hoy se sabe que este elemento bioquímico juega un papel clave en muchas otras circunstancias y está presente en ambos sexos. Situaciones en las que exista la paz, la relajación o la satisfacción, estará presente la oxitocina como responsable.

Salud y equilibrio

Bajo la influencia de esta hormona, somos más saludables. Al encontrarnos en calma, relajados, nuestra presión arterial se reduce. El apetito aumenta y la digestión, principalmente, la absorción y el almacenamiento de nutrientes es más eficaz. Aumenta la circulación sanguínea en la piel y nos hace vernos y sentirnos mejor.

Actualmente se promueve que el recién nacido se quede en contacto directo con el vientre de su madre. En esas primeras horas en las que comienza la succión de los pezones en busca de su alimento y tantea con sus manitas la piel de mamá, provoca -como si esto fuera un masaje- la liberación de oxitocina en la sangre materna. Este solo contacto activa la eyección de la leche materna y la dilatación de los vasos sanguíneos en el pecho de su madre. Así, se garantiza el alimento y calor que necesita. También se liberan feromonas que refuerzan el lazo madre-hijo.

Estimulante sexual

Seguro has escuchado decir que la relación sexual podría, al final del embarazo, desencadenar el trabajo de parto y aquí es donde esta hormona también es protagonista. Lo que sucede es que con la excitación sexual, aumenta la producción de la oxitocina y ésta provoca a los músculos del útero a contraerse y de esta manera estimula las primeras contracciones del trabajo de parto. Hay que advertir que esto podría ocurrir sólo si el cuerpo de mamá ya está listo para ello. De ahí que se recomiende evitar tener relaciones sexuales si ya has roto membranas o has tenido algún indicio de trabajo de parto prematuro.

Durante el embarazo es posible que mamá presente secreción de leche de sus senos, aunque sean unas gotitas. Esto podría ocurrir debido a la excitación sexual, pues en durante el orgasmo se libera oxitocina.

El lazo que nos une.

La oxitocina nos conecta con los otros, nos hace sentir lo que otros sienten, nos brinda empatía. Y es muy sencillo hacer que nuestros cerebros liberen oxitocina. Dar un abrazo o recibirlo es suficiente para liberar oxitocina que nos haga sentir mejor de inmediato. Hay expertos que recomiendan 8 abrazos al día para conseguir una cuota de bienestar que nos regale calma durante la jornada. Al parecer, las personas que liberan más oxitocina son más felices y lo son porque tienen mejores relaciones de todo tipo.

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