Casi todos los adultos tenemos en nuestra memoria de infancia un momento en el que el amor de mamá (o papá) está presente en un alimento. La publicidad aprovecha esta referencia común y nos ofrece algo rico, calientito y nutritivo como “el amor de mamá”. Y es que la comida caliente nos reconforta, nos abriga desde dentro, nos devuelve la fuerza, nos hace sentir apapachados, como si el amor tuviera alta temperatura.

Calor de hogar.

Una rica bebida caliente nos cambia el humor y un caldo humeante nos alivia. Y es un hecho hoy reconocido: La comida caliente le sienta mejor a nuestro sistema digestivo. Así que aprovechemos este invierno y preparemos comida calientita a nuestro bebé en este invierno.

La lógica de la digestión.

En su libro Aprende a comer y a controlar tu peso, Antonio Escribano, nutricionista, explica que “el estómago está como todo el interior del organismo a 37 grados de temperatura, y por contacto, la comida se calienta al entrar en el interior. Esto requiere un cierto tiempo y de alguna manera retarda el vaciamiento del estómago hacia el intestino delgado”. Al parecer, cuando comemos alimentos fríos, el estómago debe destinar un tiempo a “calentar” estos alimentos, así la digestión se vuelve lenta, no ocurre así cuando los alimentos que ingerimos ya están calientes.

¡En caliente!

No es lo mismo que el alimento en cuestión venga caliente por su cocción en el horno convencional, o por haber sido frito en un sartén o cocinado al vapor, hervido, salteado, a la plancha o simplemente calentado en el horno de microondas. Prefiere para la alimentación de los niños las técnicas de cocción más sanas, como al vapor o en horno convencional y a la plancha, con poca grasa.

Para la comida que les ofrecemos a los pequeños, debemos preferir siempre lo mejor, en cuanto a la calidad de los alimentos y en las técnicas de preparación de ésta. Utilizar poca sal y poca azúcar. A los bebés que ya ingieren otros alimentos además de la leche, existen infinidad de posibilidades.

Para entrar en calor…

Desayunos calientitos:
  • Avena con pasitas o dátil.
  • Manzana cocida con un poco de canela.
  • Huevo revuelto con verduras ralladas.
  • Molletitos con queso y frijolitos.
  • Mini quesadillas con espinacas.
  • Sandwich de pollo a la plancha con germinado de alfalfa.
Comidas calientitas:
  • Caldito de verduras, pollo o res.
  • Crema de zanahoria o brócoli.
  • Sopita de lentejas.
  • Tortitas de papa con queso.
  • Queso panela planchadito.
  • Arroz con elotitos.
  • Sopita de tortilla con cubitos de pollo y queso.
  • Noodles (fideos) con verduras en trocitos.
  • Spaguetti con salsita de tomate.
  • Tepanyaki con trocitos de carne y verduras a la plancha.
  • Sopita de cebolla gratinada.
  • Sopecitos con frijol.
Postres o meriendas:
  • Galletas de avena recién horneadas.
  • Pan calientito con mermelada de fruta natural.
  • Pastelito de nuez y vainilla.
  • Arroz con leche de coco y canela.
  • Crepas con plátano y chocolate.
  • Molletitos dulces con mantequilla.
Bebidas:
  • Atole de amaranto.
  • Leche de almendras.
  • Cocoa caliente.
  • Ponche de jamaica.
  • Té con leche.

En cualquier época es importante la variedad de alimentos en la dieta de tu hijo, pero en temporada de frío es importante mantener fuertes sus defensas a través de una buena comida que mantenga su sistema inmunitario a prueba del frío. Prefiere frutas ricas en vitamina C, como el kiwi o la mandarina. Entre los vegetales, prefiere las hojas verdes como espinacas o acelgas. Y mantén alta las proteínas cuidando el consumo de huevo, leche y carnes. Cuida que todos los alimentos que ingiera tu hijo le aporten suficiente energía, esta le dará el calor necesario, también.

COMPARTIR: