Cuando escuchamos hablar de que a los hijos hay que ponerles límites para su educación, pensamos que eso sucederá cuando crezcan y vayan a la escuela o cuando estén grandes, pero las reglas pueden ser adecuadas a cada edad y los límites son necesarios para que los niñ@s se sientan seguros y aprendan a tomar decisiones.
Si tu hij@ es aún pequeño entonces podrá atender pocas reglas y muy sencillas. Las reglas no son otra cosa que las expectativas que tenemos los padres acerca del comportamiento de nuestros hijos. Las reglas son rutinas que nos ayudan a crecer y delimitan el camino adecuado a seguir. Analicemos algunas de las más comunes:
Reglas de higiene y convivencia.Estas son del tipo de rutinas que tu hijo aprenderá y repetirá todos los días, como:
Los niños pequeños pasan de la alegría al enojo de un momento a otro. También tu hijo aprende desde pequeño cómo comportarse. Es importante hacerle saber que todos sus sentimientos y emociones son válidos, son parte de él o ella. Así, habrá ocasiones en las que se encuentre feliz, otras triste o enojado. Se vale. Lo que no se vale es que al enojarse quiera pegarle a otro niño, mamá, o a la mascota, para sacar su frustración. Puede golpear una almohada para expresar su energía. La regla es no hacerle daño a otros ni a sí mismo. Y si hizo daño, disculparse; sería algo esperado que debemos ayudarle a cumplir.
Reglas de seguridad.Estas son las que los padres establecemos para mantener el bienestar y asegurar la sobrevivencia de nuestros pequeños. Algunos se vuelven hábitos con los que nos conducimos y que tienen como finalidad proteger a nuestro hijo de cualquier peligro, son reglas que los padres debemos cumplir:
Además de vigilar que sigamos nosotros mismos estos protocolos de seguridad, les haremos saber a nuestros hijos desde pequeños que se trata de reglas no negociables y están para cumplirlas por su bien. Probablemente encontraremos resistencia entre los bebés más grandes o los niños pequeños, pero debemos saber que eso es completamente normal, pero que no significa que debemos cambiarlas. Por ejemplo, si tu hijo se niega a ponerse el cinturón cuando lo sientas en su sillita del auto y tú titubeas o permites que por “una vez” no se lo ponga, entonces eso es lo que esperará la siguiente ocasión.
Existen otro tipo de reglas que obedecen al cuidado de las cosas o al mantenimiento de los espacios y que deberán respetarse, mamá o papá se encargarán de vigilar que eso suceda.
Con los niños pequeños tendrás que repetir una y otra vez que “eso no se toca, eso no se lleva a la boca, eso no es para jugar”, etc. Por ejemplo:
Los padres debemos ser firmes y amorosos al hacer cumplir las reglas. A los niños chiquitos les gusta agradar a mamá y papá, algunos son dóciles al acatar las solicitudes que reciben, pero en alguna ocasión podrían mostrar desacuerdo o simplemente su curiosidad será muy alta y desearán conseguir lo que quieren, a pesar de que ya se les dijo que eso no lo pueden obtener y de que mamá o papá se molestarán por ello.
No es necesario mostrarte enojada o gritar para hacer valer una regla. Tu hijo puede aprender a obedecer si se le habla con amor y se le da una orden clara y firme. Es mejor no prohibir algo que sabes no podrás cumplir o que no estás segura de querer hacer una regla de eso.
Entre menos reglas y más claras sean, mejor comprenderá tu hijo que se trata de unas líneas de acción que le marcan tus expectativas, por dónde sí y por dónde no.
Los cuadros visibles de acciones y el cumplimiento de reglas puede ser algo que te ayude a que tu hijo vea por sí mismo y lleve su propio récord día a día. La acumulación de reglas cumplidas puede traer consecuencias positivas como privilegios del tipo de tener más tiempo de cuentos en la noche o jugar más.
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