Cuanto más pequeños, menos capacidad hay para tener paciencia. Si el bebé quiere comer, llora para comunicar su hambre y no puede esperar a ser alimentado, su deseo por el pecho de mamá es urgente. Lo quiere ¡ya! Será el tiempo y la educación lo que le enseñará a tener paciencia y aguardar por lo que necesita o desea.

También es natural que los niños en edad preescolar se muestren impacientes y los más grandes se inquieten ante situaciones como los viajes en auto: ¿ya llegamos? ¿cuánto falta?.

Dejar pasar el tiempo suficiente hasta obtener lo que queremos es un aprendizaje que se logra en base a la experiencia y a la confianza de que nuestra recompensa por esperar llegará, tarde o temprano.

Poco a poco los padres debemos enseñar a ser pacientes a nuestros hijos siendo pacientes ante ellos y sus peticiones. Entenderán, conforme crecen, que pueden esperar por alimento, atención y diversión. Los padres debemos aprender a decir que NO, para que nuestros hijos aprendan que no todas sus peticiones son urgentes ni obligatorias.

Durante sus primeros meses no debemos hacer esperar a los bebés, merecen atención inmediata, suave y consistente. Eso les dará confianza para más tarde poder esperar.

Alrededor de los 6 meses ya pueden esperar por algunos minutos lo que antes recibían rápido.

Puedes pedirles paciencia mientras los vistes, los bañas, los alimentas, como un juego que consiste en resistir la urgencia de obtener lo que desean: un juguete, un alimento o el 100 % de tu atención.

En la edad preescolar aprenden que el mundo no gira alrededor de ellos y que deben esperar su turno, entre sus compañeros o sus hermanos.